sábado, 13 de septiembre de 2008

EXTINGUIDOR

Puedo recordar mi vida en una pitada de cigarrillo.
Te vendo una frase.
No debo estar aquí. Tu tampoco.
No vienes con un té. Yo tampoco

Has hecho un mapa eterno de lo que es el amor. Yo también
No he hallado la cruz del tesoro. Tu tampoco
No hay tesoro. Ya lo sé.
Ni escondido, ni nada. Nosotros tampoco.

Hay un hombre que realizó un poema de seiscientas páginas en dos noches como esta.
Yo llevo setecientas.

Puedo recordar mi vida en una pitada de cigarrillo. Tu también.
Juntos somos: muchas pitadas de cigarrillos, muchas frases vendidas, muchos lugares donde no deberíamos estar, mucho té desparramado en el acolchado, muchos mapas con los lugares en donde si deberíamos estar, muchas cruces de tachones en el papel, de muchos Jesucristo, de muchos tesoros de mapas; seriamos muchos tesoros de mapas que solo existen en un poeta que lleva setecientas páginas; una por cada noche que escribe un poema que dice que en su cabeza existe una cantidad infinita de mapas que tienen marcados con cruces y Jesucristo los tesoros de unos reyes millonarios de amor, que servían un té afrodisíaco y vendían frases a burgueses adinerados y que vivían en una pitada de cigarrillo. Que ya no existen.
El poeta tampoco.
Las noches tampoco. Los poemas tampoco.
El ahora tampoco.
Ni yo mas ni tu tampoco.

No hay comentarios: