jueves, 13 de noviembre de 2008

Plegaria ínfima (e interrogativa)

A quien podemos pedir que nos inspire.

Quién donará un gramo de candor, un puñado de letras que se me hagan irreversibles en

la piel, en la lengua y en las manos.

Quien poseerá la humildad de rescatarnos con un soldadito de plomo en el bolsillo y una

flor en la solapa del saco.

Quién se nos presentará con feminismo, con amasculismo para divertirnos como si fuera

un personaje de historieta cómica. Quien tendrá tal decencia.

Quién nos podrá obligar con diplomacia y sabiduría a decir algo decente.

Quien nos cambiara la mirada con solo frotar sus manos. Quien me acariciará el cabello

provocándome escalofríos eléctricos por todo el cuerpo.

No hay nada de que hablar.

Ni de ese que no aparece podemos inventar algo.

Es la hora en la que el escritor deja de ser escritor, se pierde en su talento, en su oficio.

No se reconoce y siente que nunca podrá volver a hacerlo.

No hay comentarios: