jueves, 16 de octubre de 2008

I

La perla muere en el río.

La ciruela en el cartón.


Hubieses visto tu rostro.

Una cucharada de lodo.
Un escupitajo de hígado y veneno.

II

Mi lapicera no podrá decidirte, ni el teclado. Ni en la pantalla yacerás muerta ni en mi cuaderno.
Ni mis manos podrán quebrantarte ni mi voz. Ni mis ojos copados de furia. Ni mi mente.
Ni en una cifra telefónica estarás.
Y sé muy bien que no estarás.

III

Tu solita te irás apagando en mi cuerpo como una plantita sin alimento.

Y entonces, escribir de ti será imposible, como si quisiera hacerlo arriba de un colectivo que retuerce sus ruedas por las calles intransitables de la ciudad de Moreno.


IV

Te llevo al teclado. Que las letras hagan su trabajo.
Te amo en el teclado. Que las letras te seduzcan, que se te metan por todos lados.
Te odio en el teclado. Que las letras te peguen duro, y que no sangres tú, que sangren ellas.
Te invito al teclado,
habrá una masacre.

2 comentarios:

Triana dijo...

=)

NM dijo...

Conmovedor.Esas palabras no podrían describir con más exactitud lo que describen.
Felicitaciones, admirable Lucas.