lunes, 12 de octubre de 2009

DESCRIPCIÓN DEL AHORA

¿Afuera o adentro? Usted elija.

Escombros de algo que esta por construirse.

Un carro en el tiempo varado en la arena.

Algunos arbolitos que intentan día a día absorber todo el agua por abajo y todo el sol por arriba.

Una moto sierra apoyada en el asesino. Las ventanas (es un lugar interesantemente luminoso, sin dudas el que construyó el ahora es alguien muy inteligente)

Libros, hay libros. Nadie sabe qué dicen, pero por no desalentarse ante la clara falta de entendimiento, algunos imitan a gente que lee el diario, entonces toman algún libraco de un tal Cortázar y lo hojean con discípula prestación. Se sonríen de verse tan cultos, y se alteran en silencio. En sus manos los textos yacen al revés.

¿Afuera o adentro? Usted elija.

Le advierto, afuera esta todo lo que le conté. Adentro están las estufitas que algo calientan. Y hay pulóveres con olor a rancho, pero es por pura humildad, no vaya a pensar que es un afán por lo mugriento.

¿Eligió?

¿Qué espera?

No, no es una isla.

No, tampoco un color-

¿El ahora? ¿Pero usted no ve lo que le estoy diciendo?

No trato de convencerlo, solo hay dos posibilidades ahora ¿afuera o adentro?

Hay pinceles y música. Alguna que otra lauchita que lo estremecerá cuando tenga que salir a su caza al oírlas revolver entre las bolsitas de nylon.

Afuera hay pájaros, eso no se lo discuto. Si, también hay tierra. Es verdad, pero más allá se puso a pensar qué hay.

Si, yo se que hay porque cuando me llegó el momento crucial de elegir, opté por la opción equivocada y me fui por la tangente del destierro.

Se lo pregunto una vez mas, hágale caso a su instinto.

¿Afuera o adentro?

Si, ahora. Ya. Tiene que decidir.

No se preocupe por el tiempo. Las hojas del libro al igual que las maderas del carro se van a pudrir, como usted. No, no es una dicotomía. No. No es una tormenta.

¿Pero usted de donde viene, de abajo de la tierra?

Ah, de abajo de sus pensamientos… se creé muy listo.


¿y?


¿A dónde subió? ¿No se da cuenta?

Necesita nuevas culpas buen hombre, y solo aquí se las podemos ofrecer.

Si, ahora. Siempre. Sino cuándo.

¿! Mañana ¡? No me haga reír.

Esta bien, le doy una pista; mañana es también ahora.

Así que… usted decide.


Magia… usted esta loco.

VÁSVAGOS

Brújula; aparentas extrañar mi orientada decencia. Y no hay un grito en tu quimera, ni agujas. Le dices al reloj ser la primera y el pobre ha quedado dando vueltas a esa rueda de los días, buscando con locura una mísera respuesta a su existencia, sin advertir que su existencia es la locura misma y la rueda de todas las ruedas.

Brújula; quisiste interrogarme en el bosque, entre la noche y los fantasmas. Te apropiaste de mi esperanza en las aventuras, y exigiste con ese dinamismo inconcluso de tus coordenadas que me arrepintiera al bramido de mis puntos cardenales.

Paradigma maligno que desvelas y enfureces. Eres una conciencia nula. Algo rendido, insensato. No sabes a donde me dirijo, con que precaria anatomía soporto todas las crueldades.

Ni reloj ni nada. Amuleto del destino. Pausa. Sé que vienes de las estrellas a la nada, se que indicas éxito, camino. Pero apuntas vacilante a todos los incestos del futuro, y te arrullas sin poder reprocharte nada en los holocaustos de los bolsillos perdidos.

En la mar, amiga, eres perfecta conmensura, pero te evades de la responsabilidad que tiene el alquitrán de tu liquido. Te arrepientes de comandar marines, artefacto del infierno, y sepultas a miles de barcos complotada con las profundidades. A cuántos perdidos, a cuántos les has arrancado sus banderas. Y siempre vuelves con sonrisa de oráculo a la mano desesperada de los errantes. Y el extravío te consume el habla, y es tu yo como el hartazgo, y con esquizofrénica amargura te enloquece el magnetismo.

Sé, desesperada bruja, que eres brújula únicamente en los ojos del desorientado. Que ni mi pecho como mi palma te regalarán inútil vida de nuevo. Para eso esquivo los caminos mas transitados y escucho ensordecido mi indicador natural, el rugido de lo interno.

Invocación I

Que baje las u, la s, la t. Que de la é salga una estelita flotando, que la d lo termine por concluir al suelo. Cuando pronuncie que usted esta ciego y que yo solo puedo buscar en la sopa de letras todo lo que tengo que decirle.

Invocación II

Que me sirvan de una vez lo suficiente
Para poder enamorarme de toda la gente,
la que hace el bien y la que hace el mal.

Que me sirvan de una vez lo suficiente
Para recuperar el perdón, para poder empapar
Con mi llanto el agua de todas las fuentes
Y ser el deseo y que ninguna moneda me pueda comprar.

Que me sirvan bien caliente el néctar de la humanidad,
Una poción mágica. La alquimia universal; una gota de sangre de cada ser que exista.
Que me sirvan de una vez lo suficiente
Para elevarme tan alto a donde ningún fantasma terrenal me pueda alcanzar
Que mi cuerpo quede en silencio de una vez, que lo dejen con el barro.
Que los hombres disputen mi carne y los dioses mi alma.

Invocación III

Déjenme entrar sueños a la vida que me hacen vivir a escondidas.

Cada noche vengo a golpearles los portales, desnudo y mojado entre medio del abandono y la ceguera.

Con nombre vengo a decirles quien soy y a que mundo pertenezco.

Déjenme entrar a la cálida hoguera de la verdad que quema en sus profundidades

A la tierra astral y a todos sus extra abismos.

EL SILENCIO CENA

Tres horas duró el silencio, y los demonios que aparecen en él, devoraron la cena nerviosa de los enemigos íntimos.

El tenedor acribillando la carne... el chillido del plato. Las miradas con hambre de sí mismas

Un grito, un eco desde el interior de cada uno de los seres que se remetían al mutismo, y lo descentraban de si mismos. Y lo vomitaban.

Tres infinitas horas postradas en la nada. Un chirrido de cuna de niño enfermo. Un espasmo categórico en el mantel.Una servilleta destrozada con la suciedad de los labios.

Un bocado eterno.
Atragantado de segundos muertos.
El diptongo de las ideas de los anfitriones de la cena.
Un velorio alimenticio.

La gula inmaculada.

El pan... la carne... el pelo hecho trigo.Las copas contagiadas por la baba, las lágrimas destripadas que comienzan a revolcarse, rodando de los ojos, en los últimos minutos, como si fueran hormigas escapando de un hormiguero incendiado.

Un cuchillo que se clava en un trozo de carne que no pertenece a ningún plato, un vidrio que lo imita en otro cuerpo..El silencio eructa y tiene tres vidas de digestión.